Gregorio Diaz «Carachucho»

Gregorio Diaz Cordero, o como y cuando llegó el futbol a La Puebla de Montalban, el fundador del C.D. Puebla

Articulo de: Fermín de los Reyes Cárdenas para la revista Cronicas

Con motivo de la elaboración de una separata especial dedicada a Gregorio Díaz Cordero por parte de la revista “Crónicas”, me han pedido que recuerde algunos de los hechos más señalados de este personaje, con el que compartí muchas anécdotas y del que fui amigo a lo largo de muchos años. Relataré aquí algunas de ellas que considero más destacadas, referidas fundamentalmente al fútbol.

A finales de los años 40 y principio de los 50 del siglo pasado, fue cuando se dieron los primeros pasos deportivos en nuestro municipio. Todo ocurrió por un partido amistoso disputado con los vecinos de Escalonilla.
Antes, en el año 1945, el 19 de abril, se constituyó en nuestro pueblo el Frente de Juventudes, organismo político creado por el gobierno de la nación para la formación del espíritu nacional y del deporte. A partir de ahí se fue gestando la incorporación al mismo de la juventud pueblana para poder llevar a cabo la práctica deportiva, fundamentalmente el fútbol.

Transcurría el año 1949 cuando algunos jóvenes de La Puebla hicimos una marcha a Escalonilla. La marcha consistía en ir uniformados y caminar en fila de a uno por las carreteras que conducían a los pueblos cercanos. Cuando llegamos a Escalonilla, paramos a descansar en las eras del pueblo y concertamos un partido amistoso de fútbol entre los que allí estábamos y los vecinos de dicho pueblo. Ni que decir tiene que nos ganaron, pero acordamos que nos devolvieran
la visita. Dicha devolución tuvo lugar el día de Todos los Santos y puesto que no había baile ni cine, el pueblo
se volcó para ver el partido de fútbol y el espectáculo resultó “apabullante”, despertando la afi ción futbolera
que aún no había en nuestro pueblo.
El partido se jugó en las “eras del Malacate” utilizando como vestuario la caseta de los motores que para sacar agua, tenía el Ayuntamiento al lado de las mismas. El “terreno de juego” resultaba irregular, corto y más bien estrecho ya que quedaba limitado por la carretera de Torrij os y el arroyo, aunque como era lo que había entonces nos pareció bien.El encuentro despertó tal interés que nuestro querido vecino, Gregorio Díaz Cordero, “Carachucho” tomando la iniciativa se fue a hablar con Jesús Martín Ruíz, “Cucala”, delegado del Frente de Juventudes en La Puebla y se comenzó a tratar el tema para fomentar el fútbol en nuestro pueblo, aprovechando el tirón que se había producido; yo participé, junto con
Gregorio en las conversaciones.
Tras varias reuniones, se acordó tomar parte en el campeonato provincial que se organizaría al año siguiente, con los equipos de Gálvez, Guadamur, Toledo, y otros de los que la memoria no me alcanza. Recuerdo bien cuándo comenzamos porque en aquel año de 1950, se celebró el campeonato del mundo de fútbol en Brasil. España quedó en cuarta posición, aunque lo que realmente quedó destacado una y otra vez, fue el famoso gol de Zarra, delantero del Atleti de Bilbao, que resultó tan extraordinariamente comentado por Matías Prats, padre. Todavía hoy lo podemos ver frecuentemente en televisión, rememorando aquella hazaña.
Cuando comenzamos a participar en el campeonato provincial, vestíamos el uniforme copiado del Barcelona. La razón para vestir así fue el amor que el presidente del club, Gregorio, tenía y tuvo siempre hacía el Barça, y su imposición ya que él era quien mandaba. Ni que decir tiene que este “barcelonista” fue captando entre los jóvenes de nuestro pueblo a
muchos como seguidores del equipo culé, constituyendo hoy en día una parte destacada entre los aficionados locales. Muchos de esos seguidores trabajaban con él en casa de “Cachiche” por lo que les convencía por la infl uencia que ejercía sobre ellos y por las fotos de su equipo que tenía por las paredes.
Gregorio, era tan fanático seguidor del Barcelona y de la virgen de Montserrat, que hasta hace pocos años antes de su fallecimiento, seguía enviando al sacristán de dicho monasterio un donativo monetario, en agradecimiento a lo bien que se habían portado con él, durante su estancia en Barcelona, en los años de la guerra civil española.
Podría contar muchas anécdotas de tan singular personaje, que nos fueron ocurriendo a lo largo de los años y de las que salimos con el esfuerzo de todos pero, con la “gracia” del eterno presidente que dirigía todos los aspectos del equipo.
Gregorio Díaz Cordero, “Carachucho” o cómo y cuándo llegó el fútbol a La Puebla de Montalbán.

Gregorio organizaba la junta directiva del equipo a su antojo porque él decidía qué puesto ocupábamos cada uno de los que con él estábamos, yo en concreto fui jugador, tesorero, secretario, etc. Sin embargo, ninguno de los que compartíamos el trabajo con él presentábamos queja alguna porque con su natural inteligencia, dirigía el equipo muy bien, así que nos ahorrábamos las elecciones y las disputas que pudieran surgir a consecuencia de las mismas. No
obstante, cuando alguien presentaba alguna queja, él amenazaba con irse; inmediatamente. El que había presentado la queja tenía que desistir, puesto que todos queríamos que continuase.
Anécdotas nos sucedieron muchas; las que más recuerdo fueron las siguientes.
Un día fuimos a jugar a Gálvez, fue el día 1 de enero,“Día del Niño” y nos tuvimos que volver sin jugar porque ellos dij eron que no habían dormido, por haber estado de fi esta toda la noche y por lo tanto
estaban cansados.
Algo parecido ocurría con el traje del equipo. Nos lo tenían que lavar y arreglar nuestras madres y de las “botas”, mejor no hablar. Cada uno calzaba lo que “mejor podía”. No obstante gracias a la “intervención” de Gregorio que trabajaba en la fábrica de calzado de Cachiche, nos fuimos haciendo con un par de botas apropiadas.
Otra anécdota nos ocurrió uno de los días que fuimos a jugar a Guadamur. Al llegar a la fi nca de Ventosilla, como había que pasar por la barca privada del conde de Teba, y ésta resultaba poco apropiada para cargar con tanto peso, fue necesario que, primero pasara el autobús, después volviera la barca de vacío y por último, pasáramos jugadores y acompañantes. A la vuelta hubo que hacer la misma operación. Llevar a cabo esta operación e ir por una carretera de tierra, provocó que llegáramos tarde al pueblo y el partido se tuvo que acortar, disputando sólo dos tiempos de media hora cada uno porque se hacía de noche.
Recuerdo que en aquel partido tuvo que jugar con nosotros Félix Martín-Aragón a pesar de venir como espectador, porque no teníamos el equipo completo. Aclarar que el autobús que utilizábamos era un coche ruso que tenía la empresa Álvarez; por supuesto no tenía ni radio ni calefacción.
Otro caso destacado nos volvió a ocurrir durante un viaje que hicimos a Gálvez para celebrar un partido amistoso con motivo de las ferias del pueblo.
Nos llevó allí la camioneta de Jesús “Cucaracha”, y al volver del partido, se quedó sin agua el motor empezando a soltar vapor, debido al calentamiento, por el tapón. Tuvimos que ir parando en todas las fincas por las que pasábamos y acercarnos a las casas para rellenar el depósito de agua y poder continuar. En conclusión, llegamos a La Puebla al amanecer.
Pasados los primeros tiempos en los que jugábamos los partidos en la Cañada Real Segoviana, junto al fortín de los “Alcores”, a donde teníamos que llegar andando cada vez que había partido, el presidente, Gregorio y los que con él estábamos, pensamos que era necesario tener un campo más cerca del pueblo; por esta razón alquilamos una tierra de Juan de la Rosa, próxima a la ermita de San José. De esta manera preparamos un terreno de juego para lo que contamos con la ayuda de Don Antonio Muncharaz, que en ocasiones jugaba con nosotros, y que trajo una máquina niveladora de la empresa Algodonera de Castilla. Con ella pudimos allanar el campo, que aunque de tierra, permitía el juego perfectamente.
Finalmente, y debido a las buenas entradas que teníamos, terminamos por comprar el terreno a su propietario. Después se cerró el campo con una pared de 2,5 metros de altura, construimos los vestuarios y el bar. A partir de este momento, ninguno se podía escapar sin pagar su entrada correspondiente.
Este amigo íntimo con quien compartí muchas noches cantando a sus amores, tenía un don de gentes especial y cuando decidía organizar algún tipo de excursión al castillo del Montalbán, a la presa del arroyo Torcón, a Bilbao o a cualquier otro sitio, siempre completaba todas las plazas del autobús e incluso quedaban fuera algunas personas que pretendían
participar.
De la excursión a Bilbao, recuerdo que asistimos al partido del Atleti de Bilbao, contra el Barcelona, como no podía ser de otra manera, estado Gregorio allí. Después tuvimos la suerte de tomar unos “chiquitos” por la ciudad y disfrutar del ambiente que allí había por aquel entonces. Él, con su “gracia” habitual comentó al gerente y a un directivo que nos
acompañaban que yo era seguidor del Bilbao y que me gustaría tener uno de esos vasos con el escudo del equipo. El gerente pidió el vaso en uno de los bares que frecuentamos y lo tuve de recuerdo con el escudo
de mi equipo.
Para terminar quisiera recordar una frase que se quedó en el recuerdo de todos, fruto de una anécdota.
En una ocasión, un antiguo jugador del equipo que vivía en Madrid, nos llamó por teléfono para pedirnos si podía ser que un equipo de su barrio viniese a jugar a La Puebla. Gregorio, como nunca cogía el teléfono, me dij o que lo cogiera yo. Nuestro amigo nos dijo: “reforzasus, reforzasus, que éstos son muy buenos”; y después añadió: “adiós Gregorio, o quien seas”. A partir de ese día, la frase quedó como chascarrillo cada vez que nos enfrentábamos a un equipo que parecía ser superior a nosotros.
Aparte de estas curiosidades futbolísticas, Gregorio era una persona entrañable y confi ada; así los que le han conocido podrán recordar que cuando cobraba su salario en casa de “Cachiche”, nunca contaba el dinero. Lo guardaba y hasta otro día. También podrán recordar que casi todo el mundo le llamaba “cojo” y yo no le vi nunca reprochárselo a nadie, además, como era verdad, no le importaba.
Esta ausencia de malicia, queda demostrada en otra anécdota que será recordada por muchos conocidos suyos. Un amigo común, cuando se le encontraba por la calle, le solía decir: “anda cojo, quién te ha visto y quién te ve; pionero en las ramblas de Barcelona y ahora concejal de Franco”. Él, le seguía la broma, se reía y respondía: “antes como antes y
ahora como ahora”.
Su actividad fue extensa; también fundó el club de solteros organizador de los tradicionales bailes de salón a los que asistían tantas personas que el salón que se contrataba quedaba pequeño.
Dejó también su sello de actividad como fundador de la peña de pesca que se constituyo en La Puebla; la peña “la Carpa” que desarrolló una muy importante actividad deportiva y en la que inicialmente participamos junto a Gregorio, Ezequiel López Meléndez, Vicente Balmaseda y quien esto escribe y otros amigos más que se fueron incorporando hasta alcanzar una cifra aproximada de 150 socios.
Para terminar quería hacer una petición: como un difusor importante del deporte en La Puebla, considero que el Ayuntamiento debería dedicarle una calle para que perdurara en el recuerdo de todos los pueblanos por su inmensa actividad en pro del deporte, además de haber ocupado la concejalía de deportes y festejos en los años sesenta del siglo pasado.

 

Podemos escuchar a algunos de los que fueron sus amigos en Radiopuebla:

http://www.ivoox.com/playerivoox_ee_1268095_1.html

 

 

 

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